sábado, 5 de marzo de 2011

chiamo amore

Dicen que un clavo saca a otro clavo, que no hay más desprecio que no dar aprecio. Tantos refranes y dichos sobre lo mismo. Quizá ya me costaba volver a creer en el amor, en esas mariposas juguetonas y en los besos verdaderos. Todo eso sólo era capaz de sellarlo una persona, ¿pero dónde se escondía? Fracaso tras fracaso, mis esperanzas se reducían a la mitad, como mi voluntad tras cada copa de alcohol. Me volvía frágil y vunerable cuando tras una cita nunca volvía a escuchar el teléfono y no volvía a saber de él. Trataba de que una parte de él se quedase aquí conmigo, pero siempre volvía para llevarse todo lo que le pertenecía, mis sentimientos incluidos. Echaba de menos cuánto me daban, aquel amor pobre, limitado y escondido de las miradas de desaprobación del resto; que era inexistente los domingos por la tarde en horas de fútbol y en los momentos ''Play'' con sus amigos.


Siempre me sentí cómo lo que era: un segundo plato; pero no un segundo plato cualquiera, sino peor, el segundo plato de un menú con plato único. Me sentía como una hache al principio de palabra, a veces no sabes ni que está ahí, siempre hay letras que desempeñan papeles más importantes que el tuyo. Quizá por eso siempre me costó pronunciar la palabra ''Éxito'', que parecía inexorable y lejana. Perdía oportunidades por aquellas palabras que se morían en mi paladar.


Pero tal vez el destino se cansó de ser tan duro conmigo y le apeteció darme una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad a vivir un amor de dos, sin terceras personas y sin pensar en uno mismo. Me dejé llevar..


No hay comentarios:

Publicar un comentario