sábado, 5 de marzo de 2011

No hay duda.

Cada parte de nuestro cuerpo, una por una de nuestras facciones tiene el poder de verse tan extrema en lo que uno expresa que por momentos opaca a todo lo demás. No importa que tan bien puedas mentir si tus ojos se ven extremadamente tristes. No importa cuanto grites un te quiero, si el silencio antes y después de eso es tan espeso que se puede palpar. No importa lo mucho que digas que estas bien si tienes una sonrisa temblorina. Muchas cosas se basan en hechos, pero se necesita tener unas lentes invisibles envueltos en nuestra misma naturaleza para captar y notar, leernos a nosotros mismos en el momento exacto en el que sucumbimos y mostramos con alguna mueca nuestro interior.



 En ese momento ni un millón de palabras o el mayor silencio del mundo podrá interpretar mejor nuestro universo interno que nuestros mismos gestos. Hasta el mas mentiroso esta tentado por sus actos a revelar la verdad en el momentos menos esperado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario